El nombre de Rafael
en Córdoba supone una de las enseñas de la ciudad, casi tan emblemática como la
Mezquita-Catedral, la figura de Góngora o su gastronomía. Es más que sabido que
el origen de la relación entre este nombre propio con la ciudad reside en la
especial vinculación con la figura del Arcángel San Rafael desde hace siglos,
pero ¿cuál es la verdadera historia de San Rafael en Córdoba? Es necesario
perderse en las crónicas y en los monumentos de la capital cordobesa para
averiguarlo. Y es que, aunque en Córdoba se celebre esta festividad el día 24
de octubre siguiendo la antigua tradición católica –el resto de la Cristiandad
se amoldó a la reforma litúrgica de 1969 en que se fijó para los 3 arcángeles
el 29 de septiembre-, la fecha clave para este episodio de la historia sagrada
y legendaria de Córdoba es el 7 de mayo.
Foto 1. Imagen del Arcángel San Rafael en su iglesia, obra de Alonso Gómez de Sandoval (1795)
Para la tradición cristiana, San
Rafael es uno de tres los arcángeles de la corte celestial según las
tradiciones católica y ortodoxa, junto con San Gabriel y San Miguel – aunque
tradiciones antiguas hablan de siete arcángeles, o ángeles en presencia de
Dios-. Su nombre procede del hebreo Rafa-El, “Sana, Él”, “Dios ha sanado”, o
“Medicina de Dios”, por lo que a menudo se transcribe en latín como “Medicina
Dei”. Conocemos su intervención en la Historia Sagrada por el Libro de Tobías. Según éste, Dios mandó
a San Rafael –ocultado bajo el nombre de Azarías- para ayudar a Tobías, un
joven, hijo del ciego Tobit, que debe buscar a Sara para hacerla su esposa
pasando multitud de tribulaciones. Rafael logra ayudar a Tobías para realizar
su cometido, y volver con Sara a casa para desposarla, y a través de las
vísceras de un pescado curar la ceguera de Tobit. Por ello, al ángel Rafael se
le representa siempre como un peregrino y un pescado en la mano, y se le
considera protector de los noviazgos y el sanador de Dios.
Foto 2.Imagen de San Rafael ubicada en la ermita del Socorro.
Las
crónicas medievales sitúan las primeras noticias sobre apariciones del Arcángel
en Córdoba en tiempos del obispo don Pascual, pocos años después de ser tomada
la ciudad por los castellanos en el siglo XIII. Fue precisamente 1278 el año en
que según la tradición se le apareció por primera vez San Rafael a un cordobés,
al monje mercedario Simón de Sousa,
para comunicarle que Córdoba se libraría de la dura epidemia de peste que
estaba sufriendo, y que a cambio deseaba que el obispo le erigiese una estatua
en lo alto de la torre de la Catedral y varias fiestas en su honor. Sin
embargo, durante los siglos siguientes la devoción a este Santo Arcángel se
pierde en gran manera y con muy escasas las referencias que de él tenemos.
Foto 3. Remate de la Torre de la Catedral de Córdoba con la escultura de San Rafael.
Sin
embargo, todo cambió con el sacerdote don Andrés de las Roelas. Éste había
nacido en Córdoba en 1525, y siendo ya adulto vivía en la calle que hoy lleva
su nombre, junto a la parroquia de San Lorenzo, siendo especialmente devoto de
la historia de los Santos Mártires de Córdoba de quienes había las crónicas
medievales. Con más de cincuenta años, se encontraba postrado en la cama de
resultas de una grave enfermedad que había padecido cuando comenzó a oír voces
en la noche que le decían “Sal al campo y sanarás”. Y así, se impuso salir de
su cuarto, y encaminarse a las afueras de la ciudad. Por fin, consiguió llegar
al campo del Marrubial, extramuros por los Padres de Gracia, y al sentarse a
descansar oyó el ruido de caballos de cinco lujosos caballeros que se acercaban
a él. Uno de ellos le dijo expresamente que informara al obispo de que los
huesos encontrados en la parroquia de San Pedro tres años antes, en 1575, eran
los de los Santos Mártires de Córdoba,
y que les tuvieran gran veneración porque ante las epidemias de peste que
vendrían, su devoción intercedería para aplacar la justa ira del Cielo. Y así
lo hizo. Los restos fueron finalmente autentificados en el Concilio Provincial
de Toledo en 1583.
Foto 4. Uno de los triunfos que engalanan la ciudad. Este ubicado en la Plaza de los Aguayos (1763).
En
las noches subsiguientes siguió don Andrés de la Roelas escuchando las voces y manifestaciones
de un joven de blancas vestiduras, hasta que en la última noche, el 7 de mayo de 1578, le reveló su
verdadera identidad. “Yo te juro por Jesucristo Crucificado que soy Rafael arcángel,
a quien Dios tiene puesto por guarda y custodia de esta ciudad”, le sentenció.
Exultante pero temeroso de aquella revelación, consultó con diversos padres y
teólogos de la ciudad, que dieron por buenas aquellas palabras, y se comenzó a
difundir la historia por todos los rincones de la ciudad. Y es así como recobró
nuevo fervor popular la escultura que representaba a San Rafael en la iglesia
de San Pedro desde su primera aparición a fray Simón de Sousa tres siglos
antes.
Foto 5. Iglesia del Juramento de San Rafael, concluida en 1806, obra de Vicente López Cardera.
Los
gestos de culto al santo no se hicieron esperar. En 1602 la Iglesia local
aprobó las revelaciones transmitidas al padre Roelas y desde ese momento
adquirió carácter oficial. Así, ese mismo año se construyó una nueva iglesia en
el convento de Madre de Dios dedicada al arcángel a costas de la ciudad como
patrona. Ya en 1655, los duques de Sessa fundaron el convento de San Rafael, de
las madres capuchinas, muy cerca de la iglesia de San Miguel. Sin embargo, el centro
de atenciones devocionales fue la propia casa en que el alado legado de Dios se
presentó al padre Roelas. Éste falleció en 1587, y en 1610 ya se comenzó a
convertir su domicilio en oratorio. El primitivo templo se concluyó muy tarde,
en 1732, pero siendo tan pequeño que no cabía el pueblo feligrés en él cuando
se celebraban fiestas, en 1796 se decide construir otro nuevo. Vicente López
Cardera sería el arquitecto que realizaría la actual iglesia del Juramento San Rafael que hoy vemos, siendo terminada en
1806. Fue consagrada por el obispo Pedro Antonio de Trevilla. La imagen que
preside el templo es obra del insigne escultor cordobés Alonso Gómez de
Sandoval, y había sido bendecida en 1795. La anterior, a la que reemplazaba, se
ubicaría después en el cementerio de San Rafael, inaugurado en 1835.
Foto 6. Más antiguo triunfo urbano dedicado a San Rafael, ubicado en el Puente Romano, de mediados del siglo XVII.
Es
así como la ciudad posee a San Rafael arcángel como Custodio, que no como
patrón, ya que los patronos de la ciudad son los mártires San Acisclo y Santa
Victoria. Los cordobeses le dedicaron a lo largo de los siglos numerosas
representaciones escultóricas y pictóricas salpicadas en cada rincón de la
ciudad. Los más conocidos, los triunfos,
son altas columnas urbanas adornadas rematadas sobre su capitel con una
escultura del arcángel. Documentamos diez triunfos construidos entre los siglos
XVII y XX. El más antiguo de ellos, la escultura ubicada en el centro del
puente romano (1651) y el más reciente, el debido a Amadeo Ruiz Olmos (1953).
Preside también una escultura de San Rafael el convento de la Merced, la torre
de la Catedral, el convento de las Capuchinas y el cementerio homónimo. Ya en
la contemporaneidad, se le dedicaron un puente (1953) y el estadio de fútbol
(1945).
Foto 7. Puente bautizado con el nombre del arcángel, de 1953.
De
entre los lienzos y retablos urbanos
que San Rafael tenía dedicados, sólo conservamos uno, el de la calle Lineros
esquina con Candelaria, realizado por Antonio Monroy, en 1801. El resto
desparecieron por la orden de 1841 del ilustrado don Ángel Iznandi. Aún así, el
Museo de Bellas Artes, la Excma. Diputación, el Excmo. Ayuntamiento y numerosos
templos de la ciudad guardan importantes obras artísticas, escultóricas y al
óleo de San Rafael.
Foto 8. Único retablo urbano que se ha conservado de cuantos hubo en la ciudad dedicados al custodio, de 1801, en la calle Lineros.
Paralelamente
a ello, el nombre de Rafael se fue
prodigando en los bautismos de los cordobeses y las cordobesas. Sirva de
muestra cómo en la parroquia de El Salvador en el siglo XVI se registra sólo a
un niño bautizado con el nombre del arcángel; en el siglo XVII, fueron 9 las
criaturas bautizadas como Rafael o Rafaela en esa misma parroquia; en el siglo
XVIII, más de 60. Hoy, todos los cordobeses tienen al menos un familiar o un
amigo que responda al nombre del protector de la ciudad.
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