jueves, 5 de junio de 2014

Iglesias de Córdoba (II). Santa Marina de Aguas Santas



Aprovechando la multitud de sacramentos que proliferan estos días en las parroquias de nuestra ciudad, entre bodas y comuniones, pasando por no pocos bautizos y actos de Pascua, dedicamos hoy el día a la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas de Córdoba.

1. Perspectiva de la Iglesia de Santa Marina de Aguas Santas, en Córdoba, que da nombre a su barrio.


Se trata de una de las catorce parroquias construidas en el siglo XIII tras la toma cristiana de la ciudad en 1236 y su incorporación a Castilla por parte de Fernando III. En concreto se enmarca dentro de las siete parroquias que componen las collaciones de la Axerquía, junto con San Pedro, San Lorenzo, San Andrés, San Nicolás, La Magdalena y Santiago. El primer registro documental que se tiene de ella data de 1256 y los medievalistas la datan, junto con la de la Magdalena, como la más antigua de las que se comenzaron a construir en aquel tiempo. Santa Marina fue una virgen y mártir cristiana del siglo II cuya tradición sitúa su vida en la actual Galicia. Cuenta su historia que tras ser martirizada por decapitación, su cabeza cayó al suelo dando tres rebotes, en los que nacieron tres manantiales de agua, naciendo así el lugar –y la advocación- de Aguas Santas. En Galicia y Asturias posee una enorme veneración desde la Alta Edad Media, y con la conquista cristiana de Al-Andalus su devoción fue expandiéndose hacia el sur. Es así como Sevilla y Córdoba cuentan con una parroquia dedicada a ella, y la localidad de Fernán Núñez la tiene como patrona y titular también de su iglesia parroquial. Los cronistas dan por hecho que el propio rey don Fernando la tenía como protectora y a ella dedicaba gran parte de sus oraciones.

2. Óleo dedicado por F. de Zurbarán a Santa Marina (h. 1640-1650)


El templo dedicado a Santa Marina en Córdoba es una de las más imponentes iglesias medievales de Andalucía. Su estilo arquitectónico se describe como de transición entre el románico y el gótico o fernandino, y posee la particularidad de describir una fachada con cuatro grandes contrafuertes escalonados asimétricos, lo que le da un aire a fortaleza amurallada. Como todas las iglesias medievales de la ciudad, está orientada al este. Posee tres puertas, la principal frontal, y una a cada lado de la iglesia, las tres de dimensiones ciertamente estrechas y descritas por la ojiva propia del estilo gótico. Preside su austera fachada un rosetón de cortas dimensiones que da la inconfundible luz a las iglesias de esta época.


No obstante, se documentan, como en casi todas las parroquias de la ciudad antigua, modificaciones sustanciosas a lo largo de los años. A mediados del quinientos, bajo el pontificado de Leopoldo de Austria, se construiría la vasta torre campanario, de planta cuadrangular, en la misma piedra del resto del templo, obra de Hernán Ruiz II. Un siglo después, y tras algunos desperfectos de la ruina de los siglos, el obispo Domingo Pimentel y Requesens (1633-1649) ordenaría reedificar parte de la nave central, hecho que recuerdan sus escudos de armas.

3. Interior de la iglesia, donde destaca su nave central y el ábside de origen fernandino.


El interior posee una planta basilical con tres naves, la central ostensiblemente más alta y ancha, y comunicadas entre sí por amplios arcos formeros levemente apuntados. Las tres están rematadas por sus ábsides. La apariencia actual pretende poner en valor cómo fue el templo hasta el siglo XVI, con la piedra visible original, prescindiendo de muchos de los altares y retablos construidos en los siglos XVII y XVIII que ocultaron con frecuencia las facturas medievales de las parroquias y monasterios de Córdoba. Sabemos además que los terremotos de 1680 y 1755 dañaron parte de la estructura de la parroquia, y sus desperfectos fueron tapados precisamente con añadidos barrocos que fueron desmontándose desde  el siglo XIX hasta la actualidad.

4. Capilla que mandó construir y dotó don Alonso de Benavides en 1623, rematando la nave del evangelio.


Sobre la estructura original podemos destacar claramente tres capillas. La más antigua de ellas, de corte mudéjar, es la funeraria de los Orozco, que fue convertida con los siglos siguientes en capilla de cofradías, bautismal y ya en la actualidad como sacristía. En ella tuvieron enterramiento desde su fundación en 1419 varios miembros de esta familia, así como de los Tafur, Córdoba y Solier. De comienzos del siglo XVII data la capilla de Ntra. Sra. del Rosario, legado de don Alonso de Benavides, un capitán de la baja nobleza local que en su testamento otorgado en Lisboa en 1623 estableció fundar y dotar una capilla para su entierro y el de sus parientes. Allí se exhibe su escudo de armas y yace enterrado para la posteridad. Desde el siglo XX, además, de guardan en ella las imágenes y enseres de la hermandad del Señor Resucitado. Por último destacar el capilla barroca del Sagrario, marcadamente adosada al edificio original. Su primera noticia es de 1717 y se concluirá a lo largo de todo el siglo de Las Luces.  Las pechinas de su bóveda describen a los cuatro evangelistas y destaca sobre el todo una Última Cena. Su zócalo de azulejos blancos y azules data de 1926, y se hizo por suscripción popular.


En época contemporánea la parroquia ha sufrido dos incendios. El primero, en junio de 1880, que obligó a tener el templo cerrado dos años, hasta la restauración del culto en el verano de 1882. Recién estallada la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, volvió a arder la iglesia, con aún más perjuicio que la vez anterior. Se perdió el retablo del altar mayor y gran parte del patrimonio mueble de la parroquia. Entre los años 70, 80 y 1998 se llevaron a cabo numerosas reformas que le dan el aspecto actual, restaurado en su interior y su exterior a un edificio que desde 1931 es Monumento Histórico-Artístico Nacional.

5. Retrato de doña María Isidra de Guzmán y de la Cerda, marquesa de Guadalcázar (1768-1803), enterrada en el altar mayor.


Bajo el ábside de  la capilla mayor de la parroquia yace enterrada una de las mujeres más notables de cuantas han tenido las letras españolas. María Isidra de Guzmán y la Cerda (Madrid, 1768- Córdoba, 1803), perteneciente  a la más preclara nobleza española, fue por matrimonio marquesa consorte de Guadalcázar, por lo que vivió en Córdoba pero pasó a la Historia por ser la primera mujer que España tuvo un doctorado, la primera en tener el rango de Catedrático y la primera también en ingresar en la Real Academia Española. Como le acaeció la muerte con 35 años viviendo en Córdoba, mandó ser enterrada en su collación, que por domicilio – vivía en un palacio en la Puerta del Rincón- era la iglesia parroquial de Santa Marina de Aguas Santas. Otras celebridades nacionales y locales han sido enterradas, bautizadas o casadas en el templo, siendo el más reciente de estos sacramentos el matrimonio del torero Finito de Córdoba con Arantxa del Sol el 20 de octubre de 2001.

6. Boda de Finito de Córdoba, célebre matador de toros, con Arancha del Sol en 2001. Históricamente  fue Santa Marina un barrio de toreros.


Santa Marina, historia viva de Córdoba, cuenta con un archivo histórico parroquial de más de 500 años, alberga en sus muros los estilos románico, gótico, mudéjar, renacentista, barroco y rococó, guarda pinturas de Antonio del Castillo y otros muchos artistas andaluces, así como imaginería y ajuar religioso centenario. Es, quizá, uno de los mejores y mayores ejemplos de la monumentalidad y la historia de Córdoba.




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