martes, 22 de abril de 2014

Complementos para ellas y complementos para ellos. Boda de Javi y Bea

Bea y Javi se casaron en Córdoba en abril de 2014, y su boda se caracterizó por la frescura y la elegancia del look de sus invitados.

La mayoría de las mujeres optaron por lucir aderezos en el pelo de lo más variados pero con mucho éxito. Así, desde la novia hasta la pariente más lejana deslumbraron con todo tipo de arreglos, tocados, pamelas o sombreros. Se impusieron el rosa palo, el fucsia y los anaranjados como las opciones más elegidas, aunque también pudimos ver interesantes toques de negro, verde manzana o morado. No faltaron las plumas de faisán o pavo real, los tules, las flores y las cintas silvestres, a menudo combinados con encajes y rafias propias de la época primaveral del enlace.


Diadema de la novia. Ideal para su recogido y elegante como ella.

 Pamela con detalles florales silvestres. Distinción y clase.


 Tocado beige combinado con detalles lila. Sencillo y propio para su look


 Tocado con base rojo granatoso y topos beige. Atracción de muchas miradas.


Pamela de ala ancha. Definición de estilo.


 Tocado con base nude, combinando detalles florales y plumas. Muy adecuado para un día tan primaveral.


Tocado en el que predominan las plumas. Innovador y muy juvenil.


 Pamela con adorno floral y contraste de colores. Ideal.


Base ribeteada en beige combinada con pluma. Clásico y muy estiloso. 


Canotier combinado con púrpura y detalles silvestres. Última tendencia. 


 Tocado en base de rafia con detalle de tul y pluma. Glamour.


 Tocado en flor. Perfecto.


 Tocado en base de rafia con ribete verde combinado con diferentes colores. Gran combinación.


Pamela nude con flor y plumas dispersas. Una invitada muy elegante. 


Tocado coral con lazo de rafia beige, flor y plumas. Gran elección de colores.


Los hombres, como es habitual, describieron una línea más reducida de indumentaria: el chaqué para el novio, padrino y testigos, y el traje para el resto de los invitados. No obstante, las corbatas otorgaron el punto clave de cada una de las elecciones personales de los asistentes. El novio y los testigos escogieron mayoritariamente el azul en todas su variedades (celeste, eléctrico, marino, petróleo…), combinándose con lunares, puntos o paisley. Los demás invitados coincidieron en el rojo en su mayoría, monocolor, con rayas o motivos variados, aunque también hubo algún gris perla, verde y morado.

 Corbata marina con topitos blancos


 Bicolor en rayas azul cobalto y rojo anaranjado


 Cortaba rayada en varias tonalidades de rojo


 Corbata combinada en grisaceos y azul


 Corbata de base azul con lunar tricolor


 Corbata monocolor roja


 Corbata azul rayada


 Corbata con detalles ecuestres en rojo


 Combinación ideal en azul de corbata, camisa y chaqueta


 Corbata azul con topos medianos combinados a la perfección con el chaleco


 Bonita combinación de corbata azul con chaleco amarillo y chaqué


 Corbata azul combinada con chaleco grisaceo y chaqué


Corbata para chaqué de diferentes tonos y paisley 


 Corbata azul con topitos blancos combinado con chaleco y chaqué de uno de los testigos


 Combinación de corbata con detalles azules y chaleco beige, muy acertada para este testigo


Corbata de un azul diferente con topitos beige de diferentes tamaños






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domingo, 6 de abril de 2014

Iglesias de Córdoba I – San Nicolás de la Villa



            A lo largo del siglo XIII, tras la conquista cristiana por parte del rey Fernando III el Santo y su incorporación al reino de Castilla y León, Córdoba protagonizó un importante cambio urbano. Así, se levantaron catorce iglesias parroquiales, la mayoría sobre anteriores mezquitas de barrio, que por la época de su levantamiento son conocidas como iglesias fernandinas o de estilo fernandino, una transición entre el románico y el gótico. Siete de ellas se construyeron en la zona de la ciudad llamada la Villa y las otras siete en la Axerquía, cada una articulándose como centro de un barrio o collación.

            La parroquia de San Nicolás de la Villa es una de esas siete construidas en la zona occidental de la ciudad, y se bautizó así para diferenciarla de la de San Nicolás de la Axerquía. Este templo fue desde entonces y hasta la actualidad cabeza del barrio homónimo que la circundaba.
Nave central y Altar Mayor de San Nicolás

            Es una iglesia estructurada en tres naves y como todas las iglesias medievales están orientadas con el altar hacia el este, hacia oriente. En el exterior destacan el pórtico sur o de la epístola, el rosetón que describe su fachada oeste y el campanario construido en tiempos del obispo don Íñigo Manrique de Lara, como atestigua su escudo de armas, a finales del siglo XV (1496). Éste tiene la particularidad de ser cuadrado en su base pero octogonal en su cuerpo principal. Ya en época renacentista se reconstruyó la puerta de la fachada norte, reforma realizada por el arquitecto cordobés Hernán Ruiz II, y sobre ella se halla una hornacina que alberga la escultura del santo de su advocación.

Torre campanario octogonal de 1496, con el blasón del obispo don Íñigo Manrique de Lara


            El interior se articula a través de su nave central, más alta, y separada de las dos laterales por arcos apuntados, todos de factura original medieval. No obstante, el altar mayor fue realizado en pleno Barroco, por Jorge Mejía, en el pan de oro propio de la época y con la decoración de motivos vegetales y columnas salomónicas tan usuales entonces. Aquí también se representa una imagen de San Nicolás, en el centro, y completan la imaginería del retablo esculturas de San Miguel y San Rafael, y un Cristo acompañado de la Virgen y San Juan.
Órgano barroco situado en la nave central

Además, en la iglesia destacan otros rincones y altares dignos de mención. En el lado opuesto al altar mayor, en la nave central, se ubica el coro construido en 1772 y por cuyo emplazamiento se suprimió la puerta central original que existió hasta entonces a los pies de la iglesia. Justo a la izquierda de la puerta norte de la iglesia se ubica la capilla bautismal renacentista sin comparación en Córdoba. Es una factura también de Hernán Ruiz II, de 1555, y patrocinada por el obispo Leopoldo de Austria, de cuyo pontificado en Córdoba se conservan en esta parroquia dos escudos de armas policromados. Existe la tradición de que en ella, o a caso por coherencia temporal en la que hubiera anteriormente a ella, se bautizaron Álvaro Zamorano – Beato Álvaro de Córdoba- o don Gonzalo de Córdova, el Gran Capitán. Pero es convenido que la Historia ha demostrado que ninguno de estos dos personajes nació en Córdoba capital, por lo que es tan sólo una leyenda popular.

Al lado de la capilla bautismal se encuentra el altar del lado del evangelio, dedicado a San Bartolomé, aunque lo vemos presidido hoy por una imagen de San Francisco de Paula, procedente del desaparecido convento de la Victoria. Es de factura dieciochesca y alberga pinturas de Sebastián Martínez representando a San José, San Martín y un Crucificado. Sobre el retablo se ubica un cuadro heráldico que recuerda el patrocinio de este altar de los marqueses de Villacaños de Moclín, de los linajes Córdova, Cárcamo, Mesa, Mendoza y Figueroa.
Escudo de armas de los marqueses de Villacaños de Moclín, sobre el retablo de San Bartolomé

Al otro lado del templo, junto a la puerta sur, se ubica un altar que alberga las dos imágenes titulares de la hermandad de la Sentencia: Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, imagen del siglo XX obra de Juan Martínez Cerrillo, y la anónima imagen barroca de María Santísima de Gracia y Amparo, recuperada y restaurada en la contemporaneidad. Esta cofradía desfila el Lunes Santo en la Semana Santa de Córdoba. Sin embargo, la imagen que más devoción del pueblo suscita en esta parroquia de San Nicolás es un corpulento San Judas Tadeo emplazado en altura a los pies de la torre, en el interior de la nave izquierda.


María Santísima de Gracia y Amparo, sobre su paso, en Lunes Santo

La parroquia posee así mismo un modesto pero interesante archivo y tesoro. En él destaca un arca eucarística realizada por Damián de Castro en la segunda mitad del siglo XVIII, así como su archivo de libros parroquiales. Los libros de bautismos principian en 1553, los de matrimonios en 1564 y los de defunciones en 1592.